latest posts

General

OIACS, Impulsor de Acciones Colectivas en el Pacto Global

Hace unas semanas recibí un honroso reconocimiento al ser nombrado por la junta directiva de OIACS -Organización Internacional Anticorrupción y Antisoborno, como su nuevo Presidente. Asumir este reto contrae múltiples obligaciones y responsabilidades que estamos seguros con el equipo lo sacaremos adelante en el cumplimiento de los objetivos y responsabilidad social a la que nos debemos.

Uno de los objetivos será convertir a OIACS en un “IMPULSOR”, como el punto de partida para la promoción de Acciones Colectivas, en la prevención de los delitos de Corrupción y Soborno, y de otros delitos subyacentes como son el Lavado de Activos, Financiación del Terrorismo, Fraude y situaciones como Opacidad y Transparencia, posesionarlo como el actor principal de los grupos de interés, que puede ser una Red Local del Pacto Mundial, para empresas, asociaciones empresariales, ONG, entidades gubernamentales, y las organizaciones del sector público, siendo los primeros en dar un movimiento con el compromiso de larga duración y una experiencia profunda con la lucha contra la corrupción. Creemos firmemente que la Acción Colectiva es el enfoque correcto para enfrentar las brechas existentes en el campo de la lucha anticorrupción que solo se pueden resolver de manera cooperativa junto con homólogos y los grupos de interés comprometidos.

La corrupción persiste a pesar de la condena prácticamente universal, en el sector privado, los esfuerzos se centran tradicionalmente en el desarrollo y la aplicación de programas internos de cumplimiento de la normativa anticorrupción en respuesta a las normas y marcos legales y reglamentarios internacionales y nacionales. Pero abordando que es la Acción Colectiva y que busca un Pacto Mundial, debemos recordar que nuestros países durante décadas han sido objeto del actuar permanente de corruptos, lavadores de dinero, financiadores del terrorismo, defraudadores entre otros y es a partir de sus propias experiencias y desafíos a los que se enfrentan a nivel individual, muchos grupos de interés en la comunidad empresarial se han dado cuenta con el tiempo, o lo saben de forma intuitiva, de que la forma de salir de estos problemas es uniendo fuerzas, actuar colectivamente es la única manera de alcanzar la igualdad de condiciones para todas las partes involucradas, crear condiciones de mercado justas para todos los participantes

(incluidos los de menor tamaño y con menos recursos), mitigar los riesgos y crear nuevas oportunidades comerciales al tiempo que mejoran sus reputaciones.

La creación de «entornos seguros» cada vez más grandes y amplios para los actores empresariales en forma de Acción Colectiva establece una distinción entre los actores que, de manera proactiva y pública, deciden cooperar hacia unas prácticas empresariales éticas, y los actores «atípicos» que optan por mantenerse al margen de estas iniciativas, marginándose automáticamente. Por un lado, algunas empresas optan por ir más allá y se comprometen públicamente con normas de integridad más estrictas que exceden ampliamente lo que se requiere de ellas desde un punto de vista normativo o estrictamente legal. Es posible que ya cuenten con un programa de cumplimiento. Desempeñan un papel activo en el fomento, la participación y la ejecución de actividades de Acción Colectiva. Por el contrario, las empresas, grandes, pequeñas, multinacionales o locales, que decidan mantenerse al margen de estos esfuerzos de Acción Colectiva, tendrán dificultades para explicar y justificar por qué prefieren no ser parte de estos esfuerzos.

Estas acciones serán seguidas de cerca no solo por sus iguales en sus sectores o industrias, sino también por los grupos de interés internos y externos clave, como sus propios empleados, la cadena de suministro y otros actores externos, clientes, inversores y la sociedad en general. Es posible que no solo se enfrenten a las consecuencias financieras y comerciales de no cumplir con las normas autorreguladas y acordadas colectivamente que sus homólogos están implementando (por ejemplo, no poder participar en una licitación o no poder ser elegido proveedor), sino también a poner en riesgo sus reputaciones. Sus grupos de interés internos y externos pueden ver la exclusión autoimpuesta como una señal de la integridad de sus compromisos. Según estas evaluaciones negativas, los consumidores pueden dudar de comprar los productos o servicios de la empresa, el talento puede buscar otro empleo y los inversores pueden preferir invertir su dinero en otra parte.

La Acción Colectiva nace de la necesidad de las empresas de fomentar entornos empresariales más éticos, transparentes y menos corruptos, al mismo tiempo que se mitigan los posibles riesgos empresariales. La Acción Colectiva puede complementar, mejorar y desarrollar aún más las leyes y regulaciones actuales y futuras siempre que estas últimas se apliquen débil o simplemente no existan. La Acción Colectiva está evolucionando hacia una “corregulación híbrida”, los esfuerzos de regulación formales a nivel mundial y nacional se complementan cada vez más con esfuerzos de autorregulación derivados de la cooperación proactiva entre actores empresariales de sectores o geografías específicas, lo que a menudo incluye la participación de la sociedad civil, el sector público y otras organizaciones, estos enfoques complementarios se han reforzado mutuamente, creando las sinergias positivas que necesitan las empresas en el contexto de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

La definición estándar de Acción Colectiva como enfoque práctico ha sido proporcionada por el Instituto del Banco Mundial:

” acción colectiva” es un proceso colaborativo y sostenido de cooperación entre los grupos de interés. aumenta el impacto y la credibilidad de la acción individual, reúne a los actores individuales vulnerables en una alianza de organizaciones de ideas afines y nivela el campo de juego entre los competidores.

La Acción Colectiva es de hecho de naturaleza “polimórfica”, pero el Banco Mundial proporciona una clasificación básica de los cuatro tipos principales, y es una herramienta importante para conceptualizar diferentes enfoques. Como son:

1. Las Declaraciones Anticorrupción son compromisos públicos voluntarios en los que los signatarios acuerdan conjuntamente no involucrarse en actos de corrupción durante un proyecto o transacción específicos. El objetivo es abrir un espacio para debatir de forma sincera sobre los diferentes riesgos de corrupción particularmente experimentados por empresas individuales y también en general dentro del sector. Discutir estas cuestiones críticas permite establecer colectivamente las expectativas de comportamiento de todos los grupos de interés del grupo. Las prácticas deben compararse con los principios establecidos en la declaración anticorrupción para trazar una línea clara y pública entre lo que es aceptable y lo que no lo es.

2. Las Iniciativas Basadas en Principios son acuerdos voluntarios a largo plazo en torno a normas comunes en las que los grupos de interés se comprometen a no caer en la corrupción en su actividad diaria dentro del sector, en la comunidad empresarial en general o incluso a nivel nacional. A veces, puede haber un objetivo adicional de incentivar al gobierno para que comience a implementar leyes y normas anticorrupción muy necesarias, o para alinearse con las normas regionales o globales. Este tipo de iniciativa permite un proceso lento y a largo plazo de creación de confianza entre competidores de muchos tipos y tamaños (por ejemplo, empresas multinacionales, grandes empresas locales y pymes). Al principio, los competidores tradicionales pueden ser reacios a aceptar acuerdos o compromisos a nivel formal, pero aun así les gustaría avanzar en los convenios colectivos para tener un impacto positivo en sus entornos empresariales.

3. Los Pactos de Integridad son un mecanismo para que una entidad pública o un grupo de entidades para colaborar con grupos de la sociedad civil. Buscan garantizar que las autoridades y los licitadores actúen dentro de las limitaciones establecidas por la ley, aborden los riesgos de corrupción y fomenten la confianza pública en un proyecto de contratación determinado. A través de un acuerdo público, las partes involucradas se comprometen a abstenerse de conductas corruptas y mejorar la transparencia y la rendición de cuentas durante todo el proceso. Por lo tanto, el acuerdo incluye un mecanismo independiente dirigido por grupos de la sociedad civil para supervisar el cumplimiento. Una herramienta adicional para una contratación pública transparente que adopta un enfoque de Acción Colectiva, y que puede incluir un Pacto de Integridad, es el Mecanismo de Información de Alto Nivel.

4. Las Coaliciones Empresariales de Certificación son iniciativas de integridad empresarial sectoriales y generales a largo plazo en las que se aplican requisitos previos relacionados con el cumplimiento.

Ninguna Acción Colectiva es idéntica. Los pasos para desarrollar, implementar y mantener una Acción Colectiva variarán según el tipo, contexto local, número y tipos de grupos de interés y riesgos de corrupción identificados, entre otros factores. Sin embargo, una secuencia general puede servir como guía para comprender la metodología de Acción Colectiva, el proceso de Acción Colectiva se divide en seis pasos:

  • Preparar

Para establecer las bases de una iniciativa de Acción Colectiva, es importante comprender e identificar primero los diferentes roles en el proceso y los grupos de interés. La realización de investigaciones de antecedentes sobre cuestiones locales de corrupción, así como consideraciones sociales, políticas, económicas y jurídicas, será útil durante todo el proceso de preparación. De hecho, se pueden encontrar que la Acción Colectiva no es la opción adecuada para abordar los desafíos específicos de la corrupción. Pero está bien. El objetivo de este primer paso es prepararse internamente analizando estos componentes críticos, haciendo y respondiendo preguntas clave para prepararse para actividades futuras.

  • Presentar

Después del proceso de preparación, el siguiente paso es presentar la Acción Colectiva externamente. Aunque este paso puede variar según el tipo de Acción Colectiva, comience por familiarizar a los posibles participantes con la Acción Colectiva para asegurarse de que los grupos de interés comprendan los beneficios, los procedimientos y los desafíos que pueden enfrentar. Luego, un taller de seguimiento podría centrarse en identificar dónde se encuentran las oportunidades para abordar la corrupción a través de la Acción Colectiva. Puede ser útil incorporar ambas actividades en una sola. Como se señaló anteriormente, generar confianza en los grupos de interés será imperativo durante todo el proceso de Acción Colectiva. Por lo tanto, a medida que los grupos de interés se unan a la primera serie de reuniones, el Facilitador puede comenzar a centrarse en el consenso constructivo entre los grupos de interés. A partir de las sesiones introductorias, los procesos de gobernanza y toma de decisiones deberían comenzar a tomar forma.

  • Desarrollar

Es posible que los grupos de interés ya tengan una idea para el desarrollo de la Acción Colectiva, sin embargo, el objetivo del siguiente paso es realizar una serie de talleres para (1) identificar iniciativas de Acción Colectiva específicas y tangibles, (2) priorizar y seleccionar qué opción se llevará a cabo y (3) diseñar la estructura para garantizar el mayor impacto. En este momento, considere los mecanismos de seguimiento, evaluación y aplicación, las actividades posteriores a la firma y la sostenibilidad a largo plazo.

  • Implementar

La implementación es el siguiente paso previsto después de diseñar la Acción Colectiva y construir una hoja de ruta completa. La implementación dependerá del tipo y tamaño de la Acción Colectiva y de otros factores. Puede ser necesario obtener financiación externa o el apoyo de otros grupos de interés influyentes. Algunas actividades clave en la implementación incluyen el establecimiento de mecanismos de supervisión y aplicación, la formación de empleados y grupos de interés en la cadena de valor y el intercambio de mejores prácticas.

  • Evaluar

El seguimiento y la evaluación es otro componente fundamental de la Acción Colectiva, no solo para realizar un seguimiento del progreso, sino también para medir y evaluar los cambios a corto y largo plazo. Puede ser beneficioso comenzar a considerar el seguimiento y la evaluación durante el diseño de la Acción Colectiva para permitir una evaluación de impacto sólida. No solo es importante desarrollar un sistema de supervisión que efectúe un seguimiento de la implementación del proyecto, sino también evaluar cómo los participantes de la Acción Colectiva generan resultados positivos e impactos, tanto individual como colectivamente. Es necesario evaluar resultados específicos y medibles y los respectivos cambios que la Acción Colectiva pretende generar.

  • Escalar y Mantener

En este último sentido, algunos expertos han sugerido diferenciar más entre impacto y cambio; mientras que el primero puede ser medible y cuantificable a través de KPI específicos, el segundo es de naturaleza a largo plazo e involucra el entorno operativo, lo que lo hace más difícil de medir y más impredecible en términos de tiempo y consecuencias, sin embargo, hay otra opción de «crecimiento». La iniciativa puede evolucionar hacia otro tipo de Acción Colectiva que abarque un mayor nivel de complejidad y formalidad, y lo más importante, un mayor nivel de compromiso por parte de los miembros participantes.

¿Qué pueden hacer las empresas?

El Pacto Mundial de las Naciones Unidas sugiere que los participantes consideren los siguientes tres elementos cuando luchen contra la corrupción e implementen el décimo principio:

Interno: Como primer y básico paso, introducir políticas y programas anticorrupción dentro de sus organizaciones y sus operaciones comerciales;

Externo: Informe sobre el trabajo contra la corrupción en la Comunicación de Progreso anual; y compartir experiencias y mejores prácticas mediante la presentación de ejemplos y casos prácticos;

Acción colectiva: una fuerza con sus pares de la industria y con otras partes interesadas para ampliar los esfuerzos anticorrupción, nivelar el campo de juego y crear una competencia justa para todos.

Firme el “Llamado a la acción anticorrupción”, que es un llamado de las empresas a los gobiernos para abordar la corrupción y fomentar una gobernanza eficaz para una economía global sostenible e inclusiva. La participación de su empresa en este Llamado a la acción destaca sus continuos esfuerzos para integrar la lucha contra la corrupción en sus estrategias y operaciones.

Fuente: Carlos Alfonso Boshell Norman