El tráfico ilícito de mercancías falsificadas y en crimen organizado transnacional
Al tratarse de una actividad criminal a nivel mundial que moviliza miles de millones de dólares, los grupos delictivos organizados no han dudado en sacar partido del negocio de la mercancía falsificada. En muchos lugares del mundo, autoridades policiales internacionales, regionales y nacionales han puesto en evidencia los intrincados vínculos entre este crimen y otros delitos graves que incluyen la producción y tráfico de drogas ilícitas, el blanqueo de dinero y la corrupción. Algunos estudios estiman que el valor del negocio de las falsificaciones supera los 250.000 millones de dólares al año, a lo que habría que sumar algunos cientos de miles de millones más al incluir los productos digitales piratas y las ventas domésticas de productos falsificados. La participación de grupos criminales en la producción y distribución de productos falsificados ha sido documentada por autoridades nacionales e internacionales. Grupos como la Mafia o la Camorra en Europa y América, y las Tríadas y la Yakuza en Asia se han diversificado hacia el tráfico ilícito de mercancías falsificadas, a la vez que continúan con sus actividades criminales, que van desde el tráfico de drogas o la trata de seres humanos, a la extorsión o el blanqueo de dinero. Los informes de investigación de la UNODC han identificado el vínculo delictivo tanto estratégico como operativo entre la falsificación y las actividades como el tráfico de drogas. Existe un impacto social adicional derivado de la falsificación. El comercio de mercancías falsificadas puede ocasionar un aumento de los niveles de corrupción y un incremento de los presupuestos dedicados a seguridad ciudadana, puede poner en peligro la seguridad y la salud públicas, plantear problemas sociales y medioambientales y vulnerar el derecho penal o administrativo como en los casos de evasión fiscal y aduanera o de fraude.
El tráfico ilícito de mercancías falsificadas:
una actividad criminal Al tratarse de una actividad que combina altos beneficios con penas leves debido a una gran tolerancia social si se compara con otros delitos, el tráfico ilícito de productos falsificados es una forma tentadora de obtener ingresos para las bandas de crimen organizado.
En algunos casos, el tráfico ilícito de mercancías falsificadas es más rentable que otras actividades delictivas, como el tráfico y la venta de estupefacientes, personas y armas. Sin embargo, aunque el tráfico ilícito de mercancías falsificadas es percibido como un “crimen menor”, las consecuencias pueden ser graves, con costes que sobrepasan con mucho la simple copia ilegal de productos. : el tráfico ilícito de mercancías falsificadas y el vínculo con el blanqueo de dinero El tráfico ilícito de productos falsificados ofrece a los criminales una fuente de ingresos y una forma de blanquear capitales. Además, el dinero obtenido con la venta de las falsificaciones puede canalizarse hacia la producción de más artículos falsificados y otras actividades delictivas. Los criminales también pueden introducir productos falsificados en la cadena legítima de suministro, lo que les proporciona dinero “limpio”. Esto no sólo representa un reto en la lucha contra el blanqueo de capitales, sino que también pone en peligro a los usuarios, que pueden estar recibiendo productos defectuosos. En un informe realizado por el Grupo de Delitos contra la Propiedad Intelectual del Reino Unido (the UK IP Crime Group) basado en entrevistas con funcionarios del organismo británico encargado de proteger los derechos de los consumidores, el 49 por ciento de los funcionarios consultados indicaron que habían trabajado en casos que involucraban a la vez falsificación y blanqueo de dinero.
El vínculo entre falsificación y otros delitos El tráfico ilícito de mercancías falsificadas está a menudo vinculado con otros delitos graves. Europol advierte que, para el crimen organizado, la falsificación es una vía cada vez más atractiva de “diversificar su gama de productos”. La evidencia sugiere que las redes criminales usan rutas y modus operandi similares tanto para mover las mercancías falsificadas como para realizar el contrabando de drogas, armas y personas.
Los ingresos procedentes de otros delitos también pueden utilizarse en la producción y distribución de productos falsificados. Existen informes de autoridades que destapan operaciones en las que el dinero obtenido con el tráfico de drogas era canalizado hacia la falsificación, y en las que los beneficios de la venta de productos falsificados eran usados para promover otras operaciones ilícitas de las bandas criminales. El intercambio de mercancía falsificada por otros bienes ilegales es otra tendencia que aparentemente se está intensificando. Mientras que en el pasado las mercancías ilícitas se compraban al contado, cada vez más los grupos del crimen organizado intercambian bienes, como por ejemplo drogas, por mercancía falsificada y viceversa. Al utilizar la mercancía falsificada como pago total o parcial entre redes del crimen organizado, estos grupos reducen el importe del capital que tienen que transferir, reduciendo así su exposición y riesgo. Los datos recogidos a través del programa conjunto de UNODC y la Organización Mundial de Aduanas “Container Control Programme” (CCP) también destacan la magnitud del tráfico de mercancías ilícitas por mar. Aunque originalmente se concibió para ayudar a las autoridades a interceptar drogas transportadas en contenedores de carga marítima, la capacidad de control desarrollada a través de la participación en el CCP demuestra que los tipos de delitos detectados por las autoridades se han ido diversificando rápidamente. Entre enero y noviembre de 2013, más de un tercio de los contenedores que los equipos CCP inspeccionaron y, posteriormente, incautaron en todo el mundo contenía mercancías falsificadas. Mientras tanto, en una encuesta realizada por el Grupo de Delitos contra la Propiedad Intelectual del Reino Unido (the UK IP Crime Group) se observó que el 40 por ciento de los funcionarios consultados había trabajado en casos en los que la falsificación estaba vinculada a delitos relacionados con las drogas, mientras que el 29 por ciento declaró que había encontrado conexiones entre la falsificación y el crimen organizado general.
Extorsión, corrupción y bandas criminales
Desde hace tiempo el crimen organizado tradicional está implicado en el tráfico ilícito de mercancías falsificadas: la Camorra napolitana, por ejemplo, tiene un historial de venta de artículos de diseño de imitación fabricados por las mismas personas que producen los originales. Actualmente, la Camorra vende cada vez más productos falsificados fabricados en Asia, usando los mismos canales comerciales, mientras otros, como la ‘Ndrangheta, han establecido intensos contactos con grupos chinos para importar falsificaciones. Esto indica la naturaleza oportunista de los grupos del crimen organizado: donde exista una posibilidad de obtener dinero a través de medios ilícitos, los delincuentes la aprovecharán. En cierto modo, esto explica la creciente relación entre el tráfico ilícito de mercancías falsificadas y el crimen organizado, y, como resultado, se observa que estos grupos se dedican cada vez más a actividades que eran tradicionalmente consideradas como crímenes económicos. La corrupción y el soborno están intrínsecamente vinculados al tráfico ilícito de mercancías falsificadas, especialmente cuando éstas son distribuidas internacionalmente. El chantaje y la extorsión están igualmente asociados con el papel que juega el crimen organizado en la falsificación. Los tenderos, por ejemplo, se han visto forzados a vender productos falsificados mezclados con sus mercancías legítimas.
Fraude, evasión fiscal y arancelaria y la violación del derecho civil y administrativo
El tráfico ilícito de mercancías falsificadas afecta negativamente a los ingresos públicos a través de la pérdida de impuestos y derechos arancelarios cuando éstas se introducen de contrabando en el país. Incluso en países tradicionalmente considerados como centros de producción, pueden existir grandes pérdidas de ingresos procedentes de los impuestos de sociedades y sobre el valor añadido que dejan de ser abonados a los Gobiernos. La falsificación también tiene un coste para la sociedad como resultado de un aumento en los gastos públicos dedicados al mantenimiento del orden público y servicios policiales, un aumento de los costes sanitarios y sociales debido a lesiones y enfermedades, y un aumento de los costes repercutidos en los consumidores que respetan las leyes, que tienen que pagar más para cubrir los costes adicionales en que incurren los fabricantes para pagar sistemas de seguridad y de rastreo, litigios y procedimientos civiles.
La creciente tendencia de las ventas ‘online’: una oportunidad para el crimen organizado
De la misma forma que el mercado legal de las ventas por internet aumenta, también lo hace la venta ‘online’ de productos falsificados por parte de grupos del crimen organizado. La extensión real del papel de estos grupos en la venta de falsificaciones por internet está aún por determinar. Sin embargo, se ha demostrado que son extremadamente versátiles y oportunistas cuando se trata de nuevas formas ilegales de obtener beneficios. A ello ha de sumarse el reto adicional que representa la piratería digital de películas, juegos, música y otros productos digitales, pues Internet evoluciona como una plataforma usada por grupos criminales para sus actividades ilícitas. Esto ofrece no sólo más oportunidades para aumentar las ventas ‘online’ de los productos falsificados materiales, sino quizás también un mayor desplazamiento de las compras hacia el comercio ilegal de productos digitales.
El valor de la falsificación como actividad ilícita
La falsificación es un negocio muy lucrativo ya que los delincuentes sacan partido, por un lado, de la gran demanda continua que existe de productos baratos y, por otro, de sus bajos costes de producción y distribución. Al tratarse de una actividad ilegal, es difícil calcular la magnitud de esta actividad ilícita y las estimaciones pueden variar significativamente. Una cifra usada habitualmente es la que proporciona la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que calcula que el valor de la mercancía falsificada se sitúa en torno a
250.000 millones de dólares al año. Sin embargo, esta cifra no incluye ni los bienes falsificados producidos y consumidos en el propio país ni el considerable volumen de productos digitales piratas que se distribuye a través de Internet, que harían incrementar la cifra del negocio de las falsificaciones en “varios cientos de miles de millones de dólares más”.
Comparte: CARLOS ALFONSO BOSHELL NORMAN