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¿De qué están hechos los chalecos antibalas?

Los chalecos antibalas están hechos de un material llamado kevlar. Se trata de un plástico o polímero que fue descubierto en 1965 y que se caracteriza por ser más fuerte que el acero, pero a la vez más elástico que otro material como la fibra de carbono. Estas propiedades le permiten resistir muy bien el fuego, además de absorber el impacto de las balas y las esquirlas. También estos chalecos también pueden incluir una serie de placas metálicas o cerámicas para ayudar a proteger a su portador de los proyectiles de fusil.

 

De todas formas no son impenetrables ni totalmente eficientes, pues existen calibres de bala que consiguen superar su defensa. Cuanto más capas de este componente tenga el chaleco, más resistente será. Un modelo normal puede absorber la energía de una bala que vaya a 370 m/s, en cuyo caso la piel se hundiría unos 4 centímetros, pero sin llegar a ocasionar lesiones graves. Habitualmente son empleados por la policía, por la seguridad privada e incluso por civiles; aunque también se emplean en blindajes militares, zapatillas deportivas o raquetas de tenis.

Muchos de los chalecos ofrecen una garantía entre 5 y 10 años. Pero la verdad es que la garantía del chaleco debe ser recalculada por cada usuario según su nivel de uso. Un chaleco que se use a diario, perderá sus propiedades antes de un chaleco que no se haya tocado de las estanterías. Desgraciadamente no hay un sistema para contar las horas de uso de cada chaleco, pero si debes comprobarlo habitualmente en busca de rasguños, quemaduras, roces y daños varios. Si usas tu chaleco como una camiseta vieja, se envejecerá mucho más rápido que si lo cuidas, limpias y mantienes.

Muchos chalecos vienen o deberían venir con un libro de instrucciones y una garantía. Asegúrate de que eso sea así. Si la compra la realiza el Cuerpo de Policía, estos deben recibir una factura donde se indiquen los números de serie de cada uno de los chalecos. Si hay una cartulina de registro, rellénala con tus datos y mándala.
Cuando ocurrió lo del Zylon, muchas empresas tuvieron grandes problemas para localizar a todos los clientes puesto que no habían rellenado las tarjetas de registro de sus chalecos defectuosos.

¿Como prevenir el efecto “saco”.?

El efecto “saco” es cuando debido al uso, los elásticos de goma, así como algunas fundas ganan tamaño y se deforman debido a la tensión o peso a la que están sometidos. La forma de evitar este efecto es teniendo mínimo 2 fundas o incluso 3 para irlas rotando.
Un chaleco dado, no es cómodo y puede dejar de ser seguro.

Mantente en tu peso o cómprate otro chaleco.

Los chalecos balísticos flexibles no son elásticos. Si incrementas tu peso entre un 5 y un 10% desde el día que compraste tu chaleco, necesitas un chaleco nuevo. Si por lo contrario pierdes peso, puedes necesitar también otro chaleco.

Fuente: Defensa Central