Tecnología

¿Adicto al celular? ¡Cuidado con los males que causan los smartphones!

Las tecnologías están avanzando cada día más, y el uso excesivo de ellas se ha convertido en una dependencia, pues herramientas como Whatsapp, Facebook, Twitter e Instragram, se han vuelto los mejores amigos digitales de los jóvenes.

Abusar de ese acceso a lo virtual, específicamente desde los teléfonos celulares, es considerado como tecno-adicción, la cual se presenta cuando “las personas somos poco conscientes de hasta qué punto la tecnología invade todo nuestro tiempo, incluso todas nuestras demandas a nivel de atención”, explica Linda Teresa Orcasita, psicóloga conductual.

Pero, ¿cómo descubrir si una persona es adicta a la tecnología? Simplemente cuando estas herramientas alteran su vida. Desde lo físico y emocional hay una respuesta. Los síntomas de las fobias son evidentes y algunos de los patrones de conducta asociados son: sudoración excesiva, depresión, aumento en las palpitaciones, temor, nerviosismo, irritabilidad, agresividad, insomnio, inapetencia, ansiedad, mentiras para justificar o tapar algunas de sus conductas, navegación sin objetivos ni rumbo en internet. Aislamiento social: la persona no puede establecer relaciones sociales si está presente el celular, tomándolo como única prioridad.

Sleep-texting

“Le había escrito: ‘sí obvio, almorzamos juntas’, pero no tengo ni idea en qué momento le escribí y ni siquiera me había preguntado nada”.

María Paula Concha, estudiante de medicina, cada noche deja su celular cargando en una mesa y cuando despierta nota que ha tenido conversaciones de texto que no está consciente cuándo las escribe. Solo sabe que las hace entre las 12:00 p.m. y la 1:00 a.m., porque el equipo marca esas horas. Suena extraño pero es real. En el día y hasta en horas de la noche el celular termina por ocupar una parte muy importante en la vida de las personas, y es allí cuando aparece el ‘Sleep texting’, el hábito de enviar mensajes en la etapa de sueño, es decir, cuando la persona está totalmente inconsciente.

El doctor Hamed Tinoco asegura que “para las personas se vuelve una dependencia estar hablando por el celular, a tal punto que lo hacen mientras duermen, trayendo consigo repercusiones como alteraciones en el sueño, mal descanso, bajas defensas, alteraciones neurológicas y cardiacas”.

Síndrome de fomo

“Siento que si no tengo el celular soy media, me hace falta algo”, dice Isabella Ramírez, estudiante de comunicación social, ya que tiene la necesidad de contactarse con sus amigos frecuentemente.

De acuerdo con los expertos, los jóvenes están asumiendo las tecnologías como única verdad, construyendo así, una falsa sociedad, ya que no se permiten diferenciar entre el mundo real y virtual. Todo se convierte en un hábito, el estar revisando las redes sociales a través del uso permanente del objeto, empieza a incrementar esa conducta y el nivel de dependencia también.

Isabella no es lejana a esa realidad, “Si no tengo mi celular, me veo obligada a pedir uno prestado para revisar Facebook, Twitter, Instagram, para ver qué está pasando”. Según estudios norteamericanos, Isabella podría ser diagnosticada con Síndrome de Fomo, pues teme perderse y ser discriminada de algo en las redes sociales.

Esta sensación no solo la experimenta ella, de acuerdo a un estudio de JWT intelligence (centro de pensamiento provocador que se focaliza en la identificación de los cambios en el espíritu de la época global) revela que tres de cada diez personas, entre los 13 y 34 años han experimentado esta sensación. Además, una encuesta realizada por MyLife (herramienta online que sirve para buscar personas, además mantiene información actualizada para cualquier persona en más de 100 redes sociales) dice que el Síndrome de Fomo afecta al 56 % de los usuarios de Facebook, Twitter e Instagram, a quienes les da miedo perderse algún evento o noticia.

Hernando Uribe, sociólogo dice que esto se debe a “la influencia de las tecnologías en la concepción de sí mismo; una persona a veces necesita ver qué se hace y qué se reconoce afuera, para poderse dar un valor propio”.

Síndrome de vibración fantasma

Adolfo Palacios, estudiante de ingeniería multimedia, siente que su celular está vibrando o sonando cuando en realidad no. Su mente a veces le hace una mala jugada: “cuando estoy haciendo fila o estoy parado sin hacer nada y con el celular en el bolsillo, siento que me vibra, entonces lo saco de una, a ver si me han escrito y ¡nada!”.

Repetitivamente su oído ha percibido el sonido de la vibración de su celular. “Voy caminando por la calle y siento y escucho que vibra y como yo no tengo datos pienso que es una llamada, entonces me toco el bolsillo a ver si sigue vibrando y me decepciono porque no es así”. Pero esto no solo le pasa en la calle.

En la oficina a veces escucha el sonido del Whatsapp y hasta le parece ver el bombillo led de notificaciones prendido y cuando revisa no hay nada. Es una falsa ilusión, pues lo que siente Adolfo se llama Síndrome de Vibración Fantasma por el Celular que es “cuando la persona percibe de manera intermitente que el celular está vibrando y no lo está; se podría pensar que se trata de una adaptación de mecanismos cerebrales esperada”, explica Gabriel Motoa, médico-cirujano.

Nomofobia

Toda su vida está en él, este es su mejor acompañante cuando se siente sola, en horas de insomnio es su tranquilidad. Y gracias a él, en la cena, siempre tiene la mejor conversación. Pasa con él 14 de las 24 horas del día, pues para Daniela Aguirre, estudiante de Ciencias Políticas, “estar sin celular, es estar sin vida”.

“En el celular tengo mi vida, se me llega a quedar en casa o a perder, y no soy persona”. La sensación de ansiedad y miedo que siente Daniela Aguirre, no es mentira, se llama Nomofobia, que es la preocupación y el miedo a estar sin celular.

Según la psicóloga Linda Orcasita, la nomofobia es el “síntoma de pérdida total del control si no se tiene acceso a la tecnología, es decir, la persona no puede mantener su nivel de atención, concentrarse, ni estar emocionalmente bien en el sitio que está si no tiene en ese momento el acceso a la tecnología”.

Es una dependencia infinita al teléfono móvil, la persona no puede salir de casa si no está el celular en el bolso, y si por alguna razón se llega a quedar, la única solución es devolverse para recogerlo, pues la intranquilidad, la ansiedad y la angustia que siente el nomofóbico cuando no tiene el celular, no es posible que la soporte todo el día.

Tratamientos para un tecno-adicto

Las tecnoadicciones se han convertido en algo muy recurrente, por eso es difícil detectarlas. “Habría que realizar una valoración a la persona para saber si tiene un hábito con dependencia, si todo lo que gira en su entorno tiene que ver con las tecnologías, por lo tanto, en la valoración se identificarán ciertos patrones que indiquen que es una adicción” afirma la psicóloga Sandra Holguín.

Entre la evaluación que se debe realizar para identificar a un tecnoadicto está la Escala Diagnostica de Adicción a la Tecnología, que según el psicólogo Ricardo Orozco es “la prueba que se hace a través de una serie de preguntas relacionadas con ejemplos de la vida cotidiana, que permiten esclarecer si una persona posee una adicción y el grado en el que se encuentra.

También, se puede detectar con sesiones terapéuticas mediante catarsis y la conversación entre terapeuta-paciente.

Después, se debe hacer un proceso de acompañamiento psicológico, donde se le den estrategias a la persona de cómo establecer control y límites, y cómo canalizar esta adicción en otro tipo de actividades distintas, que no impliquen esa dependencia directa con el uso de las tecnologías de manera indiscriminada.

Aunque no hay hechos exactos para controlar la adicción a las tecnologías, el psicólogo Orozco recomienda elementos importantes que pueden ayudar a eliminarla, o incluso, a que una persona no llegue a este tipo de adicción como lo son “saber administrar tiempo en diferentes actividades como leer, hacer deporte, jugar, salir con amigos o con la familia, siempre y cuando se manejen lejos de las tecnologías. Dedicar lapsos aptos para el uso de los celulares, ya que se dice que el tiempo normal para dedicar a los teléfonos móviles y demás es de aproximadamente de 3 a 4 horas.

Sin embargo, se debe tener claro que “una adicción no se deja por nada ni por nadie. La ciencia no tiene nada que quite un vicio, ya que resulta que este no ‘da’ sino que ‘se vuelve’: la persona se vuelve adicta, y ahí la ciencia no puede hacer nada”, explica Holguín. Además, dice que “los vicios y adicciones se dejan por uno mismo, claramente hay apoyo de terapeutas, pero más allá de esto, la persona debe querer salir de la adicción. Aunque lastimosamente, muchas veces ‘querer no es poder’”.

Fuente: Eluniversal