Inflación y Seguridad Privada: Consideraciones para su presupuesto del 2023
A la creciente inflación de 2022 no ha logrado escapar ningún producto (ni país). La tendencia de altos precios comenzó en 2020 con la crisis de inventarios, se acrecentó en 2021 con la crisis del transporte marítimo y este año, los indicadores muestran que la inflación llegara a 8.5% por la combinación de las dos anteriores más el conflicto en Ucrania.
El actual presidente electo propuso en 2021 que el salario mínimo para 2022 debería incrementar en 18.5%, en vez del 10.07% que se determinó finalmente. Considerando que la inflación para 2022 será muy similar a la del año anterior, estimamos que para 2023 el incremento de salario mínimo estará entre 15% y 20%, siguiendo la línea de pensamiento de quien ahora es presidente. Este incremento impactara de forma directa desde los precios de los productos de la canasta básica hasta la salud. La seguridad privada no será una excepción, pues la base de cálculo de las tarifas está basada en el salario mínimo.
Para aumentar la presión inflacionaria, en 2023 entra en vigor la Ley de Reducción de Jornada Laboral (Centro Democrático), pasando de 48 a 47 las horas de trabajo ordinario semanal, impactando hacia arriba los costos laborales.
La suma de estos dos impactos hará que la seguridad privada en 2023 sufra una inflación que probablemente estará entre el 18% al 23% en el peor escenario, y entre 12% y 17% en el mejor de los casos.
Estas alzas impactaran los presupuestos de las empresas, y conducirá a los usuarios de Seguridad Privada a buscar alternativas a la vigilancia humana con tecnología. Los sistemas modernos de seguridad ofrecen la posibilidad de construir economías de escala reales, al necesitar menos personas por más área cubierta con sensores inteligentes.
Considerando estos escenarios, ofrecemos una serie de ideas para planear una transición hacia un mundo en donde la eficiencia es fundamental para ser competitivos:
· Modernizar los sistemas de CCTV análogos con sistemas digitales ofrece la posibilidad de implementar analítica de video, disminuyendo la necesidad de monitoreo permanente. Los nuevos sensores se pueden supervisar de forma federada o centralizada, dependiendo de su presupuesto.
· Recolectar y procesar datos de las instalaciones para tomar decisiones operacionales con el fin de reducir los horarios en que está presente la vigilancia, usándola solo en los horarios de mayores riesgos.
· Transferir el riesgo operativo de los sistemas electrónicos de seguridad a un tercero mediante renting, asegurándose que estén siempre funcionales bajo un esquema de Acuerdos de Nivel de Servicio (ANS). Con esto, el cliente conoce sus costos de tecnología de principio a fin.
· Implementar sistemas de supervisión remota que verifiquen el estado de las instalaciones sin necesidad de desplazamiento de personal. De cada tour queda un registro de actividades y hallazgos, además de posibles reacciones.
· Hacer más productiva la fuerza de seguridad física a través de software que asigne tareas a cada guarda, dependiendo de su ubicación. Con esto, la vigilancia fortalece las funciones de mantenimiento, inspección y control.
· Implementar sistemas de IoT para el monitoreo remoto de equipos y contenidos, generando ahorros en el área de control de pérdidas y mantenimiento.
No podemos olvidar que este tipo de iniciativas implican una reducción en la de personal de seguridad, especialmente en la población menos adaptada al uso de nuevas tecnologías.
Las empresas de seguridad deben ayudar a adaptar a sus empleados a estas nuevas tecnologías (upskilling) a través apoyo en educación virtual para que las personas logren desenvolverse en un mundo más tecnificado que crece en respuesta a los altos costos de mano de obra.
Fuente: Julio Molano, blog.siete24.com