“Es esencial invertir en la cultura preventiva”
El concepto de “cultura de prevención” o “cultura preventiva” nace en los años 80, a consecuencia del accidente de Chernóbil. En un principio sólo hacía referencia a grandes accidentes, mientras que con el paso del tiempo engloba el conjunto de riesgos, implicando a las empresas en su totalidad (desde el director general de la empresa hasta los trabajadores de la misma).
Para llevar a cabo una correcta cultura de prevención, debemos empezar desde abajo, es decir, creando una “Educación preventiva”, ya que de nada sirve tener normas, procedimientos y buenos equipos si nos falla el factor humano (liderazgo, confianza, apoyo…). El problema viene aquí, es muy difícil educar a generaciones anteriores que llevan toda una vida trabajando de la misma manera. ¿Quién no ha oído nunca el típico “a mí eso no me pasa”, “llevo toda la vida trabajando y nunca me ha pasado nada”? Es un gran problema cuando sólo tomamos medidas respecto a sanciones o desgracias, en vez de poner medidas desde un primer momento, lo cual nos ahorraría todo tipo de problemas, tanto económicos como los derivados de accidentes de trabajo.
Está claro, que es difícil tratar de imponer esta educación, pero ha de empezarse desde cero. Se trata de enriquecer las creencias y actitudes positivas compartidas por todos los trabajadores de manera que se promuevan mejores condiciones de salud y de trabajo, lo cual es un proceso continuo. Debe ser un trabajo conjunto, donde cada persona aporte formas de trabajo más saludables, responsables, respetuosas… y deben estar implicados como comentábamos más arriba desde los más altos cargos hasta los trabajadores de la empresa. Se trata de un “trabajo en equipo” donde cada uno debe colaborar y poner de su parte, y uno de los factores más importantes es la actitud hacia la prevención, debemos tomarnos en serio la seguridad en el trabajo, ya que siempre tiende a infravalorarse y poner por delante otras prioridades como la ejecución de los trabajos a tiempo, etc.
Existen cinco niveles de cultura preventiva (los cuales describe Parker en su libro” El camino y la gestión de la seguridad y salud” 2016) en los que podemos clasificar a las empresas,estos abarcan desde el nivel más básico (en el que las empresas únicamente reaccionan a base de sanciones) y el más completo (en el que las empresas se adelantan a los errores antes de que ocurran).
- Nivel patológico: en este nivel se encuentran las empresas que únicamente actúan en caso de sanción o imposición por parte de la autoridad.
- Nivel reactivo: en este nivel se encuentran las empresas que actúan cuando el accidente ya se ha producido.
- Nivel formalista: es este nivel se encuentran las empresas que disponen de un sistema de gestión en el que se generan datos de seguridad y salud, se ejecutan auditorias de seguridad y salud y se modifican procesos.
- Nivel proactivo: en este nivel, como la propia palabra indica se encuentran las empresas en las que se realizan mejoras continuamente. Toda la empresa está implicada y comprometida. Se produce un trato bidireccional lo cual genera más confianza. La realización de auditorías cada vez es menos necesaria.
- Nivel generativo: en este nivel las empresas se adelantan a los errores antes de que ocurran y estos son usados para mejorar. La seguridad está implícita en todas las decisiones, y por encima de todo.
Ahora cabe preguntarse, ¿en qué nivel está nuestra empresa? Si estamos en alguno de los primeros niveles, ¿cómo podemos ascender a los siguientes?
Aunque existan todavía empresas que no estén muy concienciadas con la cultura preventiva se ha llegado a probar que una buena cultura de prevención puede llegar a ofrecer a una empresa hasta un 150% de rentabilidad.
Fuente: Envira.es