El primero de mayo es el día que internacionalmente reconoce a los trabajadores por sus aportes y contribuciones a la construcción de una sociedad más equitativa. Los derechos que hoy gozamos como empleados son fruto de las luchas que libraron los obreros a finales del siglo XIX exigiendo jornadas laborales de ocho horas y mejores remuneraciones. El primero de mayo de 1886, al menos 300 mil empleados de Chicago, Estados Unidos, iniciaron protestas que terminaron en masacres tres días después, por esta razón el día uno del mes quinto de cada año, internacionalmente se conmemora en honor a los obreros que dieron su vida buscando equilibrar las cargas laborales.
En Colombia, se inicia la conmemoración de este día como feriado en 1914, denominado como “fiesta del obrerismo” con una marcha en Bogotá que contó con la participación de al menos 3.000 personas, desde la plaza de Bolívar hasta el barrio La Perseverancia.
El mundo de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX era muy diferente a lo que es hoy, la segregación racial, los rastros que la esclavitud había dejado, el desarrollo de maquinarias para reemplazar la mano de obra humana y las crisis económicas propias de aquellas épocas, obligaban a las personas a prácticamente regalar su trabajo, dejarse explotar y no exigir un pago justo, pues estaban convencidos que cualquier cosa era mejor que no tener empleo.
Situación que parece repetirse en la actualidad; las migraciones, la pandemia, las crisis políticas y otros factores han generado el cierre de empresas, lo cual se traduce en la pérdida de miles de empleos, obligando a muchas personas a trabajar en oficios que les permitan sobrevivir, sin importar si la remuneración compensa la labor realizada. Lo anterior también puede, y debe, considerarse una oportunidad, ya que muchas personas han encontrado en la crisis una mina de oro para emprender, innovar y generar ingresos al salir de su zona de confort, permitiendo pasar de empleados a empleadores.
El 2020 nos obligó a aceptar una nueva realidad, acostumbrarnos a la virtualidad y hacer uso de nuevas herramientas para cumplir con labores que anteriormente se hacían de forma física, sin embargo muchas otras tareas requieren la presencia de personal para poderse ejecutar, dentro de esos trabajos que no admiten estar en remoto se encuentran todos los que componen la seguridad privada: guardas, escoltas, supervisores, coordinadores y operadores de medios tecnológicos, han enfrentado la tormenta que significan todos estos cambios.
La seguridad privada desde sus inicios, a mediados del siglo pasado, ha sido de vital importancia para el crecimiento y permanencia de muchas empresas que requieren mantener protegidas sus instalaciones permanentemente, pero en este último año las circunstancias han hecho que los servicios de vigilancia sean vitales para evitar desmanes, como han ocurrido en algunos establecimientos que no cuentan con personal de seguridad en sus instalaciones. Desde pequeños negocios hasta grandes clínicas, han incrementado su plantilla de vigilantes para poder sortear las pruebas que el COVID-19 ha obligado a enfrentar.
El trabajo dignifica al hombre, lo hace útil a la sociedad y le permite aportar a la misma, por eso hoy exaltamos a las miles de personas que conforman las empresas de seguridad, agradeciendo sus sacrificios, entrega y compromiso, por mantenernos protegidos y a salvo de situaciones que difícilmente pudiéramos sortear solos. Más que una felicitación, es un reconocimiento a su labor.
¡Feliz día del trabajador a todo el personal que se dedica a la prestación de servicios de seguridad, principalmente a los colaboradores de Colviseg del Caribe LTDA!
Fuente: Alberto Cantillo Aranzález / Comunicaciones Colviseg del Caribe Ltda.