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Científicos chinos aseguran haber diseñado un programa que detecta a los criminales solo por sus rasgos faciales.

Se suele decir que la cara es el espejo del alma. No solo porque a veces nos delata cuando, de forma inconsciente, expresa algo totalmente distinto a lo que estamos diciendo, sino porque algunas facciones indican mucho sobre nuestra personalidad. Aunque luego no se corresponda con la realidad, casi todo el mundo tiene cara de algo: de ángel, de pícaro, de pánfilo, de espabilado, de mojigato, de fresca… Ahondando en estas teorías sobre la fisonomía, tan antiguas y variadas como el propio ser humano, un equipo de científicos chinos asegura haber diseñado un programa informático capaz de identificar a los criminales solo por el rostro.

Para ello, dos profesores de la Universidad de Jiaotong en Shanghái, Xiaolin Wu y Xi Zhang, han llevado a cabo un experimento basado en comparar 1.856 fotos de hombres chinos de entre 18 y 55 años, sin marcas en la cara ni bigote ni barba. De ellos, 730 eran delincuentes, la mayoría cumpliendo condena y otros prófugos de la justicia. Entre estos criminales había 235 acusados de delitos violentos, como asesinatos, violaciones, secuestros y robos, y el resto por delitos sin sangre, como fraude, falsificaciones y corrupción.

El experimento ha identificado tres rasgos faciales que distinguen a los criminales: el espacio entre ojos, el ángulo del bigote y la curvatura del labio superior
El experimento ha identificado tres rasgos faciales que distinguen a los criminales: el espacio entre ojos, el ángulo del bigote y la curvatura del labio superior

Para no influir en el resultado, sus fotos no procedían de los archivos policiales y todas las imágenes eran exactamente iguales en tamaño, encuadre e iluminación. Tras establecer un algoritmo con cuatro sistemas de clasificación de sus distintos rasgos faciales, el 90 por ciento de las imágenes se usaron para entrenar al programa distinguiendo entre los criminales y los no criminales. Cuando los investigadores utilizaron el resto de fotos para que el ordenador identificara a los delincuentes, lo hizo correctamente casi una de cada diez veces (89,5%), una proporción tan alta que escapa a las normas de la probabilidad e incluso de la suerte.

Según afirma el estudio, el programa descubrió a los criminales por tres sorprendentes particularidades faciales que los diferencian de quien no ha cometido un delito. La primera es que la curvatura del labio superior es, de media, un 23,4% mayor en los delincuentes. Otro rasgo común entre ellos es que la distancia entre sus ojos es ligeramente inferior (5,6%) a la que presentan los no criminales. Y, por último, a los delincuentes se les dibuja un ángulo un 19,6 por ciento mayor sobre el bigote, desde la punta de la nariz a las comisuras de los labios.

«El hallazgo más importante de esta investigación es que las imágenes de caras criminales y no criminales tienen dos variedades bastante distintas», reza el estudio, que afirma que «los rostros de la gente que respeta la ley poseen un mayor grado de parecido comparados con los de los delincuentes, quienes presentan más diferencias en su apariencia facial». Además, y esto es incluso más chocante, los investigadores aseguran que la máquina ha detectado «algunos rasgos propios para predecir la criminalidad».

Tan aventuradas conclusiones parecen propias de obras de ciencia-ficción como «Minority Report», pero suenan especialmente inquietantes en un país como China, dirigido por un régimen autoritario que es de los que más gasta en tecnología para la seguridad. Con sus ciudades pobladas de cámaras, las autoridades de Pekín ya están avanzando en sistemas informáticos que permitan la identificación facial de los transeúntes para que nadie pueda escapar al gigantesco ojo de este «Gran Hermano» que todo lo ve.

Aunque este controvertido experimento todavía no ha sido revisado por otros investigadores, algunos psicólogos y criminalistas ya han criticado que la identificación de un delincuente se fundamente más en su apariencia que en su comportamiento. «Lo que más me preocupa es que podamos estar decidiendo quién es un criminal basándonos en su aspecto», alerta a la BBC Susan McVie, profesora de Criminología en la Universidad de Edimburgo.

No es la primera vez que esta fisonomía criminal intenta detectar a los delincuentes. A principios del siglo XIX, el neuroanatomista alemán Franz Joseph Gall fundó la frenología, una teoría pseudocientífica que se ampara en una especie de determinismo fisiológico para atribuir la personalidad y las tendencias criminales a la forma del cráneo. Aunque el famoso médico y criminólogo italiano Cesare Lombroso popularizó esta tesis hasta el siglo XX y aún hoy la siguen practicando algunos detectives y policías, los expertos la consideran ya superada. Una cosa es que la cara sea el espejo del alma y otra que haya criminales solo por la cara.

Fuente ABC.es